La virtud se define como «el hábito o la cualidad permanente de la persona que da inclinación, facilidad y prontitud para conocer y obrar el bien y evitar el mal», Ese es el reto para el educador carmelitano, formar no solo científicamente, sino hombres y mujeres virtuosos.
En la formación del estudiante carmelita se debe hacer énfasis, primeramente en las virtudes humanas, que son indispensables para la convivencia social y para ser mejores personas.